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Psicoinformes

DICTADURA DE LA IMAGEN

DICTADURA DE LA IMAGEN En muchas ocasiones, estamos pendientes de los kilos de más, si nuestra piel pálida no presenta el tono cálido del sol, las ojeras de las madrugadas en vela, como el paso de los años va marcando nuestro rostro,.... todos soñamos vivir en armonía con nuestro cuerpo y pocos lo cosnsiguen. Sin embargo, gustarnos es posible, debemos firmar un tratado de paz realista, entre la dictadura de la apariencia y la aceptación incondicional con nuestro cuerpo, compañero de fatigas y alegrías, envoltorio de nuestra apariencia y también tarjeta de presentación.
Nos gusta observarnos, para apreciar esos cambios de nuestra imagenNuestra Imagen, buscamos nuevos "looks" o redecoramos nuestra apariencia, pero en ocasiones, somos implacables con nosotros mismos, cuanto más intrasigente sea nuestro ideal, corremos más el riesgo de despreciarnos y de observarnos sin ningún interés.
Las relaciones con nuestro cuerpo fluctúan, aceptación, rechazo, amor, odio...para empezar a aceptarnos, debemos trabajar más sobre nuestros pensamientos que sobre nuestra imagen. Debemos ser objetivos y permisivos con nosotros mismos, la edad, el modo de vida, la alimentación, existen circunstancias que podemos controlar y otras no, por ello debemos centrarnos en objetivos reales y otorgarles un plazo razonable para su cumplirlos. No debemos obsesionarnos con expectativas imposibles, porque al no alcanzarlas podemos sentirnos frustrados y este hecho, atacará a nuestra autoestima y seguridad.
Tenemos que empezar aceptándonos emocionalmente para después poderlo hacer físicamente, si pretendemos gustar a los demás, primero tendremos que querernos por fuera y por dentro.
No es bueno buscar la comparación con prototipos ideales de belleza, tenemos que encontrar nuestra propia belleza, ser capaces de ver aquellos rasgos que nos diferencian y destacan, y aquellos que podamos "retocar" trabajarlos, pero no buscando fines irrealizables, sino simplemente mejorar nuestro propio aspecto. Sintiéndonos a gusto con nosotros mismos nos encontraremos únicos, y no tendremos la necesidad de compararnos.
Cada edad refleja su físico, si queremos mantenerlo exige unos cuidados. En todos los temas de la vida, debemos plantearnos aquello que merece la pena nuestro esfuerzo, pero sobre todo asumir quienes somos y querernos como nadie. Nuestro tiempo es corto para querer ser otros, disfrutemos de quienes somos y que los demás descubran esa nueva imagen.

¿ES INFELIZ LA FELICIDAD?

¿ES INFELIZ LA FELICIDAD? Como seres humanos consideramos que la felicidad es fundamental en el discurrir de nuestras vidas, sin embargo hayamos o nos apoyamos en motivos de diferente índole que nos impiden ser felices.

La felicidad puede depender de muchos aspectos, desde los personales a los políticos, desde los internos a los sociales, es un estado que puede durar instantes, pero la felicidad como estado constante es imposible.

Cualquier felicidad que tengamos tiene que ser muy finita, porque tenemos enfermedades, envejecemos y porque morimos. Aunque todos estamos hechos de la misma materia, no nos ponemos de acuerdo sobre que es la felicidad, ya que cada uno la entendemos y la sentimos a nuestra manera.

Por otro lado, la felicidad también supone la aceptación de uno mismo, y a partir de ahí la aceptación del mundo. La cuestión es que la felicidad de uno mismo es complicada porque vivimos en una cultura que se basa en que no te aceptes, porque si te aceptas no consumes. Si aceptarse a uno mismo ya es complicado, aún lo es más en la cultura del consumismo en la que vivimos.

Tendemos a buscar el perfeccionismo tanto en nuestra presencia física como en nuestras actuaciones, complicamos nuestra existencia con hitos en ocasiones imposibles, y no guardamos tiempo para apreciar lo positivo de nosotros mismos cuando debemos sacarle el máximo jugo a esta vida en la que solo vamos a pasar unos días.

No obstante debemos reconocer, que vivimos en una Sociedad y Felicidad muy violenta e insolidaria, causas, entre otras muchas, que dificultan el poder ser feliz. Existen dos maneras de alcanzar el bienestar personal, con los gozos naturales y con la felicidad moral, la de la conciencia satisfecha. Se han realizado numerosas encuestas sobre el índice de la felicidad. Una de ellas preguntaba si nos sentíamos poco o muy felices, y aunque resulte curioso, la gente extremadamente rica y la gente de Calcuta miserable, daban el mismo índice de felicidad.

La gente que más aparenta felicidad externa o la que está empeñada en aparentarla es la más infeliz. Es el famoso complejo de superioridad que viene de uno de inferioridad. De este comportamiento se puede deducir que una forma de ser feliz es no anhelar cosas que estén por encima de uno.

El amor es un sentimiento asociado a la felicidad plena, porque en ese estado de pasión fluyen las emociones más positivas, al sentirnos queridos y reconocidos por una persona que se complementa con uno mismo, pero el amor no es siempre felicidad…En ocasiones las parejas recuerdan con desánimo y malestar relaciones pasadas por muy intensas que fuesen y cabe la posibilidad de que si la mantuviesen esta sensación no mejorase.

Quizás la respuesta la hallemos en que no es el amor un imposible o un ideal inalcanzable sino que le pedimos tanto o más que a la propia vida, y al azar no nos permite alcanzar siempre la victoria. Por otro lado, resulta evidente que el amor no es una ecuación con un resultado exacto, y que los que un día se amaron irremediablemente, resultaron incompatibles al final.

No existen fórmulas para conseguir la felicidad y hay quienes piensan que no existe el amor eterno, pero el ideal de un Amor Apasionado es aquél que tiene una relación privilegiada con su pareja, el que sabe aceptar los errores de su compañero/a, superar las situaciones de conflicto propias de la convivencia y los momentos de dudas e indecisión que hacen tambalear la relación, es decir, el amor imperfecto.

La felicidad tiene fecha de caducidad, pero encontrarla no resulta una tarea imposible, si ponemos nuestro empeño en apreciar esos escasos momentos que nos ofrece, podemos hacerlos muy intensos y disfrutarlos de ese modo nos hará recordarlos como una larga época de alegría, nos haremos más humanos y esto nos hará sentirnos más satisfechos. La felicidad no es hacer los que uno quiere, sino querer lo que uno hace.
Podemos vivir de sueños y embriagarnos de lo imposible para satisfacer nuestros miedos por no haber alcanzado el bienestar pleno, sumergirnos en nuestra desdicha y ver lo esencial como invisible a nuestros ojos, pero esa no es la solución para encontrarnos bien con nosotros mismos, solo es una excusa, una tapadera que nos impide realizarnos como personas aceptando nuestra propia identidad.

La felicidad no consiste en tener mucho, sino en necesitar poco. Si fuéramos más sensibles, sabríamos degustar mucho más los que nos ofrece el mundo. Debemos regocijarnos en nuestra satisfacción de estar aquí el mayor tiempo posible, pero no valdrá de nada vivir más, si nos empeñamos en ver el lado oscuro de la felicidad, es decir, si no queremos ver la felicidad que todos llevamos dentro y que nos cuesta tanto compartir y enseñar, a la externa solo tenemos que abrirle paso.